Don José Espino. Fotografía por Juan Carlos Sagredo. |
Temprano llega a su lugar de
trabajo apoyado en una andadera porque no puede sostenerse solo.
Siempre se ubica sobre la
calle Juárez, lleva su caja de madera con los artículos necesarios para dar
lustre a los zapatos de los laguenses, crema, grasa, tinta, un cepillo y una
franela.
“Pero
vengo y no, no gano nada. - ¿A qué se dedicaba usted antes?- Era yo albañil no
mas que me atropellaron allá en Guadalajara y se me quebró la rodilla. Y luego
yo soy solo de atiro (sic) no tengo mujer, familia ni dinero, estoy bien quebrado”.
Las manos de Don José están
muy maltratadas; 86 años de andanzas las han deteriorado. Vive por la carretera vieja
Margarito González Rubio en una vecindad y asegura que una de sus vecinas lo
tiene embrujado:
“Ora
(sic) el dos de agosto de este que pasó, me dijo ella que no cenara, pues al
otro día llegó un muchacho – Mire dice su vecina que se coma este bistecito que
está calientito (sic)- y yo me lo comí y salí atrás de él, pero antes que
saliera levanté yo mi vista para decirle que muy agradecido por el bistecito
que me llevó, y de aquí para acá se le levantó un pellejito muy delgadito, pero
viera que cara tan fea niña, yo no conozco al diablo pero que feo estaba ese
muchacho y no mas salió del cuarto para afuera (sic) y se acabó, quedó en nada
aquel muchacho.”
De bolero dice, gana muy
poco, cobra seis pesos la boleada, es el que más barato cobra y el que menos
clientes tiene, él lo atribuye a que la mayoría de la gente pasa por la calle
Hidalgo y muy pocos por Juárez.
A las seis de la tarde Don
José emprende el regreso a casa, camino largo a paso lento hasta la colonia El
Refugio, mañana temprano regresará a este lugar -si Dios quiere, dice él- y
estará de nuevo a la espera de los clientes que quieran lustre para sus zapatos
y el mejor precio para sus bolsillos.
*Publicado por primera ocasión en Medios UDG Noticias Lagos de Moreno el 19 de enero de 2012.
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